En una conmovedora revelación difundida el pasado miércoles 3 de abril, Gianna Di Costanzo, ciudadana venezolana, alzó su voz para denunciar a Marcelo Benítez Andrade, también venezolano avecindado en España, acusándolo de infligirle un prolongado maltrato que ha tenido que soportar durante más de una década. Esta denuncia pública en las redes sociales abrió las compuertas a un torrente de información adicional sobre los sombríos entramados de estos individuos, proporcionada por informantes allegados y familiares de los Benítez Andrade, quienes han solicitado el resguardo de su identidad ante el temor de represalias, pero anhelan que se haga justicia. Otros testimonios provienen de víctimas estafadas por Manuel Benítez, progenitor de Marcelo.
Tras esta denuncia de violencia doméstica, han salido a la luz pública nuevos e inquietantes detalles sobre los antecedentes delictivos de la familia Benítez Andrade en Venezuela. Se revela que Marcelo estuvo presuntamente involucrado en el secuestro de su propio familiar, Juan Carlos Benítez, socio comercial de su abuelo. A pesar de haber sido denunciado ante las autoridades, el caso habría sido encubierto gracias al poder económico y las influencias de la familia.
Otro secuestro atribuido a Marcelo Benítez sería el de un ciudadano de origen árabe apodado “Joseph el negro” en Lecherías, quien lamentablemente falleció días después en un accidente automovilístico, impidiendo continuar la investigación.
Asimismo, se alega que en reiteradas ocasiones las autoridades allanaron la vivienda de Marcelo Benítez en la urbanización Las Villas de Lechería, debido a denuncias vecinales sobre actividades sospechosas. En uno de estos operativos se habrían incautado armas de fuego sin registro, mientras que en otro se encontraron varias motocicletas robadas. En este último caso, se afirma que Marcelo Benítez habría pagado 30.000 dólares a la policía del estado Anzoátegui para evadir su procesamiento y recuperar su libertad.
Esta ola de revelaciones ha surgido tras la grave denuncia inicial contra Marcelo Benítez por maltrato, desentrañando así una presunta trama de delitos y actividades ilícitas que habría implicado a varios miembros de su familia en Venezuela.
Un entramado empresarial y patrimonial de oscuros orígenes
Detrás de la fachada de negocios y propiedades, se oculta una red empresarial y patrimonial de la familia Benítez Andrade, cuyos orígenes parecen estar entrelazados con actividades de dudosa legalidad. El difunto Manuel Benítez, patriarca de este clan, fue en su momento propietario de varias ferreterías en las ciudades venezolanas de Anaco, Maturín y El Tigre, operando bajo los nombres de Feymaca, Fervenca y Celma, esta última en sociedad con la familia Melchor, a quienes los Benítez acusan de haberlos “robado” sistemáticamente, a pesar de su ausencia en la gestión diaria de los negocios.
Además de estas empresas, los Benítez son dueños de Progasca, una compañía ubicada en Maturín y actualmente operada por Mauricio Benítez, el hijo menor. Progasca, S.L. es una empresa de alcance nacional que se ha consolidado durante más de 25 años en el sector de almacenamiento, comercialización y distribución de suministros de gas, calefacción, fontanería y derivados, ofreciendo productos de calidad y asesoramiento técnico personalizado a profesionales del ramo.
Pero no solo se dedican a actividades comerciales. En La Gran Sabana, los Benítez Andrade son propietarios de “Brisas del Paují”, una posada que, según se denuncia, sería una fachada para encubrir actividades de minería ilegal que están causando estragos en el ecosistema y desplazando a las comunidades indígenas de sus tierras ancestrales. Incluso Carlos García Portal, conocido como “Charly Sinewan”, un reconocido viajero, escritor y documentalista que recorre el mundo en motocicleta desde 2009, llegó a hospedarse en esta posada, sin sospechar los sombríos entramados que se esconden tras sus muros.
Un inquietante testimonio revela que “Brisas del Paují” fue en el pasado una “granja hippie”, lo que arroja luz sobre los orígenes depravados de esta familia, cuyos progenitores abrazaron un estilo de vida contracultural que rechazaba los valores tradicionales, las guerras, el capitalismo consumista y la rigidez de ciertos roles sociales y de género. Esta revelación explica la aparente “pasión por la agricultura” exhibida en las redes sociales de Marcelo Benítez, donde incluso mostraba el cultivo y procesamiento de su propia “yerba”.
Este intrincado entramado de negocios y propiedades, algunos de ellos presuntas fachadas para actividades ilícitas, pone en tela de juicio la legitimidad de las operaciones comerciales de la familia Benítez Andrade, revelando un oscuro pasado y un presente plagado de dudas.
Los sombríos antecedentes delictivos de Marcelo y Mauricio Benítez
Tras las turbias aguas de la denuncia inicial por maltrato, emergen sombríos antecedentes delictivos que rodean a Marcelo y Mauricio Benítez, hijos del difunto Manuel Benítez. Estos oscuros episodios parecen tejer una tela de araña de actos ilícitos en los que ambos hermanos habrían estado involucrados.
En el caso de Mauricio Benítez, se alega que formó parte de una peligrosa banda delictiva conocida como “Los Quinteros del Norte”, un grupo de cuatro sujetos armados que se dedicaban al robo de viviendas y vehículos, actuando bajo el modus operandi de asaltar residencias en grupos. Esta temible organización criminal fue finalmente desmantelada por las autoridades.
Mauricio Benítez habría sido identificado como uno de los integrantes de esta banda, junto con Luis Eduardo Pinto Noguera, Rony Escobar Ojeda y He Rodríguez Ojeda. Todos ellos contaban con extensos registros delictivos que incluían cargos por robo, porte ilícito de armas, tráfico de drogas, secuestro y aprovechamiento, entre otros. Sin embargo, gracias a las influencias y el poder económico de su padre, Manuel Benítez, se alega que todos los antecedentes penales de Mauricio fueron borrados del Ministerio Público y del sistema judicial venezolano, permitiéndole evadir la justicia.
Estos siniestros episodios delictivos conforman un sombrío telón de fondo que rodea a los hermanos Benítez, revelando una presunta implicación en graves crímenes como secuestros, robos y pertenencia a bandas organizadas.
Manuel Benítez, el patriarca fallecido de la familia, fue acusado de estafar a numerosas personas en Venezuela con cuantiosas sumas de dinero, bajo el pretexto de conseguirles cupos para la adquisición de vehículos chinos, los cuales nunca entregó ni tenía los contactos para hacerlo. Esta trama de engaños y fraudes parece haber sido una de las primeras manifestaciones de las actividades ilegales que empañan el legado de los Benítez Andrade.
Finalmente, es importante resaltar que todas estas acusaciones y denuncias han surgido de informantes allegados y familiares de los Benítez Andrade, quienes, a pesar de su temor a represalias, han decidido hacer públicos estos presuntos actos ilícitos en aras de que se haga justicia.