Mar de Fondo: Los derrotados

Por Omar González Moreno

Venezuela se ha convertido en un símbolo de lucha inquebrantable de su pueblo por la libertad y la democracia.

En consecuencia merece un monumento por su esfuerzo enorme de aferrase a una vida donde se le respete su dignidad, la justicia y sus derechos.

Los venezolanos son triunfadores de la dictaduras políticas, de los esbirros torturadores y asesinos, de los corruptos, de los traidores y de la indiferencia de ciertos personajes, sectores y paises.

Por eso da tanta rabia observar el compartimiento de ciertos sujetos -afortunadamente una ínfima minoria- que ante las primeras dificultades se rinden y se sienten derrotados.

Peor aún son aquellos que se dicen de oposición y que por cobardía o por intereses bastardos se pasan al enemigo.

A esos, como mínimo, quisiera tener algun dia el honor de darles un puntapie por donde se merecen.

Mientras el régimen de Nicolás Maduro y sus cómplices continúan aferrándose al poder, sin apoyo popular y sólo con el respaldo de los cabecillas del alto mando militar y policial, la determinación del pueblo venezolano se mantiene firme y decidida a no dejarse vencer.

Por eso, el pueblo venezolano está condenado inexorablemente a ganar.

Desde ya podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que ellos -los jerarcas del régimen y sus cómplices- son los derrotados

Cada día, millones de venezolanos demuestran una resistencia inquebrantable frente a la adversidad, con la certeza que un futuro mejor les espera tras derrocar al dictador Maduro y a sus secuaces.

Desde las calles de las capitales de estado hasta los rincones más remotos del país, se siente ese deseo colectivo indetenible de cambio.

Las protestas, aunque sean brutalmente reprimidas, son un testimonio del compromiso de un pueblo dispuesto a arriesgarlo todo.

Aquellos que abogan por la libertad se enfrentan a la represión, la censura y la violencia, pero su espíritu indomable no se rinde.

¡Son los triunfadores!

Las voces de los valientes luchadores por los derechos humanos y sus líderes, encabezados por una mujer valiente, sensible e inteligente, María Corina Machado, resuenan con un mensaje claro: la democracia no es algo accesorio, es un derecho inalianable al que no están dispuesto a renunciar.

La diáspora venezolana también juega un papel crucial en esta lucha.

A través del mundo, los migrantes se han hecho eco del sufrimiento y las esperanzas de su patria.

Organizan movimientos y apoyan iniciativas que buscan visibilizar la crisis, mientras mantienen viva la llama de la esperanza de regresar a un país libre y próspero.

Los venezolanos entienden que el camino hacia la libertad no será fácil.

Sin embargo, su determinación es contagiosa.

Las generaciones actuales y futuras heredarán no solo un legado de lucha, sino también el ardiente deseo de alcanzar un suelo donde se respeten los derechos humanos y cada voz tenga un peso en el destino del país.

A medida que el regimen de Maduro y sus compinches se debilita y continúan los esfuerzos de resistencia, la comunidad internacional arrincona cada vez con más fuerza a la tiranía.

La comunidad internacional se une a este clamor por la libertad, apoyando al pueblo venezolano en su búsqueda por un futuro donde la dignidad y la justicia prevalezcan.

La decisión inquebrantable de los venezolanos de no descansar hasta sacar a Maduro y sus cómplices del poder es un faro de esperanza.

Cada paso en este camino, cada acto de valentía, es un recordatorio de que la libertad no es solo un sueño, sino un derecho por el que vale la pena luchar.

El pueblo venezolano, con su espíritu indomable, demuestra al mundo que la confianza de poder sacar del poder al dictador Maduro y su pandilla nunca muere y que la lucha por la justicia siempre encontrará su camino.

 

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